Málaga ha dado algunas cantaoras históricas, como La Trini, La Andonda, La Águeda y otras muchas, que crearon escuela en el siglo XIX y triunfaron en los cafés cantantes del país. Algunas de ellas tuvieron estilo propio, e incluso cantes de su creación, como La Trini, que fue referencia en su época para otras cantaoras y algunos cantaores, y lo sigue siendo en la actualidad, a pesar de que no grabó. La primera vez que escuché a la cantaora malagueña Antonia Contreras, en el Teatro Central de Sevilla y hace ya muchos años, pensé que algo no iba bien si una artista de sus condiciones era una desconocida, al menos en la capital andaluza. Cantó unas malagueñas con abandolaos y estuve varios días con su música en la cabeza. Desde aquel día sigo su carrera y me interesa todo lo que hace, por la sencilla razón de que es de las mejores cantaoras del momento, y lo es desde hace años, aunque su nombre esté sonando más desde que el pasado año ganara la preciada Lámpara Minera de La Unión, por cierto, cantando una minera antológica. Dueña de una voz bien timbrada, redonda y ágil, Antonia Contreras es, además, una buena artista en el escenario, sabiendo estar y con una enorme capacidad de comunicación. No es solo una buena intérprete del cante de su tierra, Málaga, sino que domina otros muchos palos y se mueve bien en otras escuelas andaluzas, como la levantina y la granadina, sin desdeñar las demás. En definitiva, una cantaora de una vez. Su nueva obra discográfica, La voz vivida, es una delicia para los oídos, por la seda natural de su voz, pero también una buena muestra de lo que es capaz de cantar sobre un escenario: todo un abanico de diferentes palos que van desde la canción por bulerías (Detrás de una canción), hasta las mineras con las que cierra el cedé (Luz de las Minas), pasando por los verdiales, cantes de Juan Breva y La Trini, los tangos, las soleares, guajiras dedicadas al Piyayo, granaínas y medias granaínas, cantiñas y vidalitas. Creo que esta obra está marcada por la elegancia de su voz y unos arreglos también elegantes, bien logrados, como ocurre en los tangos. Una dirección musical es fundamental para hacer una buena obra discográfica y la que ha llevado a cabo el guitarrista y compositor Juan Ramón Caro, es estupenda, sin olvidar a Diego Magallanes. Por cierto, ¡cómo toca la guitarra este artista! Me encanta porque no aporrea la guitarra y le saca una música de una gran profundidad, además de muy flamenca. En las granaínas, por ejemplo, donde da un concierto paralelo al cante de Antonia, pero sin buscar protagonismo alguno. O en las preciosas y perfumadas cantiñas dedicadas a Álora, o en la vidalita, que tanto me recuerda a aquellas voces femeninas de la ópera flamenca que tanto me gustan y que han caído en el olvido más absoluto, como, por ejemplo, la de la Niña de la Puebla, una cantaora que sé que le encanta a Antonia Contreras. Como también le gusta Mayte Martín, a la que busca en este trabajo en muchos momentos, y no lo digo como crítica, porque la cantaora catalana es una voz de referencia para muchas y muchos intérpretes del cante flamenco, y las referencias pueden ser de artistas de otras épocas o también actuales. Sinceramente, La voz vivida, esta obra de la malagueña Antonia Contreras, es un trabajo de una gran seriedad y elegancia, con una excelente producción, letras y músicas nuevas, piezas sublimes y, en general, un acabado impecable. Una obra digna de ser disfrutada.
Por Manuel Bohórquez Casado
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